jueves, agosto 18, 2005

El sentido del exito


Hoy recibí una llamada al teléfono de mi casa, de esas típicas llamadas en las cuales una voz, luego de saludar rápidamente, se lanza en un interminable discurso que apenas da tiempo para simular algún interés. Esas llamadas que al segundo de haber levantado el teléfono te arrepientes de haber contestado y comienzas a bajar la mano para cortar. Total, ya sabes lo que viene: una nueva línea de teléfono que no necesitas, un seguro de vida que no estás buscando, un crédito de consumo con la tasa más baja del mercado, un celular para el abuelo que apenas escucha o esa luna de miel de lujo que no tuviste, eso sí con el sistema de tiempo compartido. A estas alturas, salvo que estés muy aburrido ya colgaste.

La llamada que recibí hoy no era de esas –de ser así no se habrían enterado- era de una Fundación para ayudar a niños que sufren de cáncer. Menuda tarea pensé y recordé cuando fui al hospital Regional de Antofagasta –algunos años atrás- con el quijotesco intento de leer uno que otro cuento a los niños durante sus largas horas de quimioterapia. Mi oferta no fue atractiva en ese momento…..en otra oportunidad lo será.

Pero mi intensión no es comentarles acerca de mi frustrado intento de solidaridad, y llorar las penas. Mi objetivo es compartir la reflexión que dicha llamada motivó, acerca del equilibrio que le damos a nuestra vida. Equilibrio muy etéreo por lo demás, orbitando constantemente entre la búsqueda del éxito profesional y el crecimiento personal.

¿Desequilibrio tal vez?. Definitivamente y en más de algunos momentos, que se acentúa cuando me observo más y más invadida por el trabajo, por las semanas eternas de estudio, por aquellas reuniones a las que asisto por debilidad, por trámites urgentes que nunca pueden esperar, por pagos que cubrir, por imprevistos que solucionar. En fin, por un huracán de acontecimientos que conforman la carrera loca de la vida, que no da respiro para mirar a los otros, a aquellos cuyo tranco -algunas veces cansado y lento, otras con cierta desilusión- vamos dejando en el camino.

Y tal vez ahí está el equilibrio, cuando somos capaces de detenernos, mirar a ese otro y descubrir en su mirada la propuesta que transforme nuestro accionar diario, otorgándole un sentido más allá de nosotros mismos, con un significado concreto, responsable, del cual elegimos hacernos cargo. Tal como plantea Viktor Frankl para quien el hombre no llega a ser realmente hombre y no llega a ser plenamente él mismo, sino cuando se entrega a una tarea y se pone al servicio de una causa.

martes, agosto 16, 2005

Tiempo Fuera

Tiempo Fuera

No es por azar, tampoco por que suene bien, ni por parecer postmoderna el que este blog y su primera publicación se llame Tiempo Fuera.

Para muchos este nombre puede tener distintas lecturas. Para mi, tiene relación con esa expresión utilizada para indicar el período durante el cual se aleja a un niño de una situación problemática, para que pueda tranquilizarse, recordar lo que se espera de él y reorganizar sus ideas.

Ese tiempo fuera que se requiere en cualquier momento del día para alejar la mente de lo cotidiano, lo tangible, lo vital, lo urgente y repensar aquellas ideas que no por más absurdas, sean menos necesarias.

El tiempo fuera es ese tiempo esperado de reflexión.